miércoles, 21 de julio de 2010

El pais de las aceitunas.


Ha desaparecido ipso facto la frase "lucha contra el cambio climático" de la agenda política internacional y del debate político español.

Hasta la cumbre de Copenhaguen hubo una movilización de los líderes políticos mundiales y de todo tipo de organizaciones no gubernamentales porque era imprescindible llegar a acuerdos a nivel mundial en la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera, porque de lo contrario nos íbamos todos a la mierda irremisiblemente.

No hubo acuerdo en Dinamarca. Vino la crisis aguda económica. Y desapareció el cambio climático de la agenda. Es como si ya se hubiese resuelto.

Aquí, Zapatero aprobó en Consejo de Ministros una proposición de Ley de la Economía Sostenible, que iba a ser el paradigma imprescindible para crear un nuevo modelo productivo que nos sacase de la crisis y adecuado para la lucha contra el cambio climático. No ha vuelto a hablarse del tema, ni se sabe cuál es el calendario para su aprobación por el Parlamento. Sería lamentable que efectivamente ello respondiese a eso de las "ocurrencias" de Zapatero que muchos recriminan.

Yo sí he creido y creo en la necesidad imperiosa de que exista un cambio del modelo productivo, con Ley o sin Ley. Y ello implicaría que las inversiones públicas estén orientadas hacia otros sectores más acordes con el diagnóstico de no contaminar, de promover las energías renovables, de menos ladrillo, menos campos de golf con urbanizaciones, menos riegos intensivos en la agricultura, menos coches contaminantes, menos consumo de materias primas y recursos en general, más política de ahorro familiar y no el consumo por consumo para arreglar los datos macroeconómicos de final de trimestre, menos gasto militar, más diplomacia para la paz, más cooperación al desarrollo, menos transgénicos, fertilizantes y plaguicidas y más agricultura ecológica, más conservación del paisaje, más transporte público, menos autovías,.......Todas aquellas políticas basadas en los valores que parece que compartimos.

Sin embargo, se escucha el discurso de las grandes infraestructuras, la subvención a la compra de coches(y no es eléctrico), cambiar normas que favorezcan las urbanizaciones con campos de golf, la retirada de ayudas a las energías renovables, el estímulo del consumo por el consumo(compre, compre...,viaje, viaje...), sea un gran consumidor que es lo mejor para nuestra economía aunque sea su ruina...Quieren que sigamos siendo cigarras y no hormigas, cuando se ha diagnosticado que la crisis ha venido porque todos hemos sido un poco-mucho cigarras.

¿No merece la pena echar el freno y reflexionar, y repensar el sistema entero si es menester? Porque el sistema no sirve, el sistema económico ni el político. ¿Quién manda?¿Los mercados finacieros? ¿Para qué entonces vamos a elegir a representantes políticos que harán lo que les diga los mercados financieros? Da igual que sea Berlusconi, Merkel, Sarkosy o Zapatero. ¿De verdad no es para repensarlo todo?La política no la decide la soberanía popular. El peor de los guiones cinematográficos más truculentos sobre el planeta dominado por poderes oscuros se ha superado. Estamos casi instalados en la organización mundial de la novela "El pais de las aceitunas".

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