miércoles, 27 de marzo de 2024

Peligrosos derroteros

 

Alejandro Nolasco, vicepresidente de Aragón, jefe local de Vox y uno de los gallos de pelea más mimados por Santiago Abascal, en enero, rompió un folleto con la programación del Ramadán en Huesca: lo hizo frente a los medios y a las puertas de la Aljafería, el monumento islámico más grande al norte de la península y sede de las Cortes de Aragón. No es su única escenita xenófoba: también ha bramado por la expulsión de inmigrantes a las puertas de un albergue donde viven refugiados y no desaprovecha ocasión alguna para relacionar a la población musulmana con la delincuencia.

Se han normalizado unos modales políticos que eran insólitos en España. Llamarlos discursos del odio sería ennoblecerlos: el odio racista se expresa con rebuznos, no con oratoria. En la campaña catalana va a tener un protagonismo enorme Sílvia Orriols, una política que en nada se distingue de los populistas de extrema derecha que en toda Europa hablan de la teoría del reemplazo y de conspiraciones. Esto no solo animará a otros a salir del armario y a unirse a los coros y danzas xenófobas, sino que obligará a los demás a responder, y el racismo se convertirá en un eje central de la conversación política. De las peleas cotidianas que tanto nos entretienen hoy nos olvidaremos pronto. La mayoría nacen muertas. Pero cuando el racismo tenga carta blanca de interlocución y el aire sea irrespirable, recordaremos el día en que un político regional con trazas de hooligan rompió unos folletos y abrió la veda.

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